martes, 3 de noviembre de 2009

Presente: Pintores y Locos...

Estériles.

Eso son los "nuevos museos".
Estériles.
Las manos de los pintores son madres que no pueden parir una sola idea nueva; las manos de los escultores son madres de huérfanos.
Los lápices, los óleos, las acuarelas, se pierden abandonados ante la desgracia de una máquina que reproduce a los pintores de ojos esmerilados y perdidos en un mundo artístico ya atravesado por otros.
Voy flotando en la vorágine de pasillos blancos, demasiado iluminados, cegantes, con "obras con sonido", "obras móviles", mucho colage, la estatua de una mujer sentada en un mingitorio, un falo rosado, un caniche azul y verde embalsamado…
Color, demasiado, luz, mucha... desean dejarte ciego en un torbellino de cosas inentendibles...
La tienda de un chino que vende miles de cositas baratas está menos abarrotada.
Me alejo de aquel lugar.
Busco Luz de Verdad.
Busco Aire.
Busco algo que despeje mi cabeza antes de que estalle en confeti.

Un pasillo se abre lejano, solitario.
Se suceden baldes de arena, matafuegos, carteles de salida, indicaciones… Quizás a alguien “original” se le ocurrió hacer una obra con… encuentro un cartel que dice “Emergencia Y Salida… De…”
Fulanitos. “Artistas”.

Delante, de una habitación apartada sale luz que parece humo. Se despliega en extrañas volutas que bailan con formas extrañas, firuletes delicados, arranques de desesperación hermosos.
Con cautela, entro, como si temiera algo allí.

Las paredes parecen desgarradas por personajes que estiran sus manos para tomarme.
Frases recorren el lugar y mil verdades se agolpan en cada una de ellas y se reproducen en mis labios como un susurro grotesco.
Me acerco a una mujer que ha sufrido y está quebrada. Una mujer que no se reconoce a sí misma ni a través del espejo, ni a través de sus propios ojos. Es la única que no desea salir de la pared, porque cree que nunca saldrá. Las palabras la envuelven y se vuelven poesía y lápiz negro. La mujer quebrada es la que desgarra la habitación y hace que los otros personajes deseen huir de aquellas paredes.
La verdad, nunca se ha visto reflejada, la verdad siempre ha sido una utopía… pero se plasma allí, en esos rostros, en esas personas, en esas vidas traducidas en miles de colores que destacan sentimientos propios.
No puedo despejar mis ojos de ellos.
Los absorbo, ¿me absorben?

Sin poder despegar la mirada de los seres que rozan mi cabello, mi rostro, por el rabillo del ojo aparece una criatura de humo oscuro, cabello escandalosamente amarillo, mirada y sonrisas brillantes. Parece que se escapa de entre las paredes y me susurra al oído con voz suave que quizás nadie quiso todo aquello, nadie quiere ver lo que tienen para mostrar los pinceles que pintaron esta habitación.

“Quizás nadie quiera verlo por no verse a si mismo”, murmuro y cuando busco a la criatura, ha desaparecido… la habitación está en blanco y solo al medio se erige un pedestal en donde yace una vieja lapicera negra, con manchas de tinta (tinta-sangre) a los costados.
Alguien ha escrito: “Nadie puede traducir la verdad, solo los locos que la pueden ver y pintar.”


Salgo de un mundo de mentes, ideas, verdades de luz y oscuridad. Vuelvo a la esterilidad de los nuevos museos.

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