Necesitaba ser acunada en los brazos de un amante, alguien que besara su cabello, la nuca, le mordiera la punta de la oreja, los labios y le susurra cosas lindas, suaves, sucias al oído.
Quería sentirse conectada en ese vaivén con un cuerpo, una mente, un alma... quería desconectarse de su demencia tan caracterizada.
Necesitaba que la acunaran en brazos amantes.
Pero en realidad se acunaba ella sola dentro de su camisa de fuerza.
Las paredes estaban manchadas con poesía en sangre, que ya tenía el color opaco de la sepia.
Despertó sobresaltada.
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Una hoja seca, retorcida y amarronada, es acunada por el viento del otoño, seco y cálido.
ResponderEliminarUna sola hoja que parece la conjunción de los desesos que caminan por los parques, abrazados.
Una hoja seca, que es la nuez retorcida y telúrica de los recuerdos de sexagenarios, articulados.
Una hoja que, tarde o temprano, dejará de bailar con el viento para aterrizar al suelo
Ves la hojita bailotear en el aire?
Lo mismo un susurro, la yema de un dedo que recorre con una ternura cruel cada parte de su cuerpo -o el mío, nuestro-.
ResponderEliminarWelcome back my darling