jueves, 1 de julio de 2010

Presente: La Carta, las preguntas


¿Quién sos?
Dejaste de ser vos, cuado dejaste que el yugo del odio tomara tu alma, te transformara en polvo, en una niebla y dejaste que se esfumaran tus sonrisas, para hacer tu rostro, triste, un baúl lleno de sombras.
¿Quién sos?
Perdiste tu fortaleza, no sabes como pelearla, piensas que la muerte es una buena amiga, la enfermedad una compañera eterna y los desvarios de la mente aquellos que ahora son solo parte de tu vida.
¿Quién sos?
Que te has atrapado en las redes de una mentira, el amor es una mentira llena de violencia, la mentira es parte de tu vida y se vuelve un odio que oscurece tu vida.
Te has alejado, te has dejado violar, vejar y has dejado que te saquen todos tus hijos de las entrañas.
Tu mente se ha tornado oscura, retorcida, no te reconoces en los espejos, sos una vieja débil y enferma, cruel y harapienta, vestida con la piel de una hermosa mujer.
Te han arrancado la lengua, no sabes hablar, no puedes gritar, te olvidaste como contruir tu mundo y darle el poder necesario a tus palabras.
¿Quién sos? ¿Dónde has quedado?
Ha desaparecido la leona que protegía a su cría, la caricia que comprendía el dolor y te has vuelto carroñero de tus propios sueños, dolor para los otros y has destruido tu mundo, dejando que otros lo destruyan, destruyan a tu vientre ya marchito donde se cobijaban tus hijos vivos. Te los has dejado arrancar, hacer odiar, te los han quitado como te quitaron tus sueños, tu sonrisa, tu juventud de primavera en los ojos del otoño.
Simplemente, te has dejado.
Y los abrazos se han alejado y ya tu cuerpo no cobija a nadie, las sombras embadurnan tu cuerpo de mierda, tu mente de pensamientos personificados en la escoria que te acompaña a cada lado, como una sanguijuela que te chupa cada segundo de tu vida, cada centímetro de tu alma.

Por suerte se que tu alma es infinita y que nadie puede destruirte completamente.
Te veo golpeada en un rincón, a tu mente debilitada en ese rincón donde la han pateado, la han escupido, la han amenazado con terminar con ella y con los colores que quedaban allí.... y eso terminó de destruir esos hermosos los colores que quedaban.
Te proteges con las manos y con esa voz débil que quiere gritar, pero sigues atrapada en ese rincón, contra esa pared fría, porque no has superado a tus propios asesinos, a tu propia muerte ni a vos misma. Todos siguen allí, asesinándote cada vez más y no puedes liberarte de ellos, porque tus ataduras las has reforzado vos misma. Y temes. ¿A qué le temes? Si matas con una mirada. ¿A qué le temes? Si con solo hacerte una promesa puedes hasta morir porque ese ideal se cumpla. ¿A qué le temes? A los fantasmas que rondaron tu vida, seguro, pero son fantasmas que no superas, nada más, peor es el enemigo que hay cerca y que nos envenena con palabras dulces, pero en realidad nos golpea fragilizando nuestros huesos y convirtiendo nuestras neuronas en gusanos asesinados en alcohol.
¿A qué le temes? Si estás perdiendo todo.